Arte vocabulario y confesionario
    en el idioma mexicano como se usa en el Obispado de Guadalajara, año de
    1765 por Gerónimo Tomás de Aquino Cortés y Zedeño. Puebla de los Ángeles:
    imprenta del Colegio Real de San Ignacio.
Introducción
    y transcripción: Isis Zempoalteca Chávez.
Año:
    2014.
El autor del texto que a
    continuación se presenta es el bachiller Gerónimo Tomas de Aquino, Cortés
    y Zedeño (1724 - ?) Jesuita, filólogo. Nacido en Tlajomulco (Jalisco) Se
    decía descendiente de conquistadores, tanto de la Nueva España como de Jaén
    y Murcia, y de la Casa de Aragón. Estudió en el Seminario de Guadalajara e
    ingresó a la Compañía. Enseñó la lengua mexicana. En 1767 se le nombró
    teniente de cura del Sagrario de Guadalajara, en donde fue catedrático
    interino de lengua mexicana del Colegio de San José, pasando luego a Jerez,
    Zacatecas. Autor del Arte, vocabulario
    y confesionario en el idioma mexicano, como se usa en el Obispado de
    Guadalaxara. Puebla 1765.[1]
El contenido[2]
    del libro se haya integrado en dos partes: la primera corresponde a un
    Arte-Vocabulario de la lengua mexicana[3],
    a su vez dividido en libros o capítulos, que abarcan las declinaciones,
    letras y pronunciación de la lengua; la utilización de nombres,
    pronombres, verbos, tiempos; sobre las partes que integran las oraciones;
    los géneros y pretéritos y por ultimo sobre la sintaxis de la lengua; la
    segunda parte del libro se dedica a un confesionario de los Mandamientos de
    la Ley de Dios, los Mandamientos de la Santa Iglesia, los Santos Sacramentos
    en preguntas y respuestas.
Es intención del presente
    trabajo el considerar únicamente la segunda parte. Nos referimos al Confesionario, con la intención de que forme parte integrante del
    cada vez más amplio reportorio de textos bilingües que ponemos a
    consideración de los investigadores de las más diversas disciplinas para
    que puedan enriquecernos con el fruto de sus valiosos trabajos de análisis.
La decisión
    anterior conlleva la necesidad de definir claramente lo que debe entenderse
    por el término confesión, etimológica y cronológicamente, en un afán de
    entender mejor la administración del sacramento de la Penitencia en tiempos
    del padre Osorio. El término proviene del latín confessio,
    que significa declaración y hace referencia, en el lenguaje religioso, a
    dos hechos fundamentales: a) la
    declaración o afirmación pública o privada de la fe o de la creencia
    religiosa y b) la declaración solemne de fe de una iglesia, ó secta de la
    misma, expresada verbalmente o por escrito. Entendido así, el acto de
    confesión se establece como el sacramento del perdón de los pecados del
    creyente cristiano. Su realización puede ser ordinaria si se practica por
    lo menos una vez al año, o extraordinaria cuando se efectúa en caso de
    enfermedad o peligro de muerte, sin establecerse un sitio físico adecuado
    para realizar la confesión ordinaria.
El acto de confesión se divide
    en:
1.     
    Examen
    de conciencia: que motive al penitente al arrepentimiento de los pecados.
2.     
    Arrepentimiento
    de los pecados cometidos; bien por un acto de amor a Dios misericordioso
    (contrición), o como consecuencia del temor de Dios, como justo juez
    (atrición).
3.     
    La
    vergüenza y humillación que el penitente sufre para enunciar sus culpas no
    se juzga como un elemento negativo; al contrario manifiesta la verdad de su
    exposición, lo pone en situación de ser purificado al ser perdonado de la
    falta cometida.
4.     
    La
    humillación sufrida por el penitente y la correspondiente autoridad del
    confesor para imponer la penitencia que considere proporcional al pecado
    confesado.
5.     
    Y
    por último el otorgamiento o no de la absolución, equivalente a la
    sentencia emitida de manera declaratoria, como si se tratara de un verdadero
    acto judicial; lo que convierte al confesor no en mero interlocutor sino en
    verdadero juez.
Así pues, en la evolución de la
    historia del cristianismo, desde los primeros siglos, la confesión se
    realizaba de manera pública y formaba parte del sistema penitencial de la
    iglesia primitiva. Durante los siglos IV al VII, la penitencia canónica se
    continúo efectuando de tal forma: “[…] que gran parte del rito se
    realizaba frente a la muchedumbre”. Posteriormente, con la celebración
    del Concilio de Letrán hacia el año de 1215, esta se convirtió en un acto
    obligatorio por lo menos una vez al año, durante la celebración de la
    Pascua, alternándose “la confesión auricular o privada, que había
    coexistido simultáneamente con la pública y había ganado muchos adeptos
    entre la iglesia y los mismos fieles [hasta que] fue aceptada de manera
    oficial”.[4]
    Luego, al celebrarse el Concilio Ecuménico de Trento entre 1545 y 1563, la
    confesión pasó a formar parte del sistema sacramental (siendo uno de los
    siete sacramentos instituidos por Cristo para el perdón de los pecados),
    donde: “las autoridades tridentinas decretaron que la penitencia era el
    medio para obtener la salvación eterna, pues el hombre, a pesar de su fe,
    no podía estar seguro de su salvación en virtud de que por su propia
    naturaleza esta propenso a caer en pecado. Sólo podía alcanzar la gracia
    de Dios por medio de la penitencia. También se estableció que la confesión
    era el ´medio seguro de salvación´ y fue considerada como la tabla de
    salvación del hombre pecador”.[5]
Surge así el Confesionario
    como libro, manual o guía para la realización de un examen de conciencia,
    basado en preguntas breves que permiten al penitente recordar todas las
    situaciones en las cuales estuvo expuesto a incurrir en pecado (venial o
    mortal). El confesionario es elaborado por los sacerdotes especializados en
    teología moral para ayudar al penitente en los actos cotidianos en los que
    haya incurrido, todo ello sostenido en los sacramentos de la iglesia católica.
    En el siglo XVI, como consecuencia del Concilio de Trento, se produjo una
    verdadera explosión editorial en torno a la penitencia; en donde: “la
    estructura de estos manuales es, en general, bastante repetitiva. Suele
    empezar por un estudio sobre las partes de la confesión y sus consejos
    sobre la actitud del confesor y del penitente, pasan después al examen de
    los pecados posibles contra cada mandamiento de la ley de Dios, de la
    iglesia o contra los sacramentos y quedan desarrollados también los
    llamados “pecados capitales” A menudo presentan listas de los pecados más
    comunes de algunos oficios: comerciantes, señores, jueces, eclesiásticos”.[6]
Es necesario aclarar, por último,
    que la transcripción se hizo bajo las normas de las Ediciones Sup-infor,
    que tiene como finalidad fundamental el conocimiento lingüístico de las
    lenguas amerindias, particularmente de los vestigios impresos de la lengua
    nahua. Importante señalar que, como base del siguiente trabajo se empleo la
    edición de Arte vocabulario y
    confesionario en el idioma mexicano […], reguardada en el Biblioteca
    John Carter Brown, de Providence, Estados Unidos de América. Se respetaron
    los caracteres tipográficos y separación de sílabas y palabras del autor,
    así mismo se colocaron todos los acentos: agudos, graves y circunflejos
    utilizados. En el caso de los tipos no usados en la actualidad para la señalización
    de las silabas abreviadas, en las que se colocaron delante de cada una de
    ellas, como ejemplo de q^ para designar “que” o d^ en el caso de
    “de” u otros. Así mismo se colocaron en dos columnas los textos: tanto
    la versión castellana como su correspondiente traducción en el caso de no
    existir en la edición original, para la mejor comprensión y correlación.
[1]
        Diccionario Porrúa de Historia, biografía
        de México. México: Editorial Porrúa, S.
        A., 1964, p. 977. (2 tomos) 
[2]
        No se tomaron en cuenta, notas iniciales del autor, licencias y prologo.
[3]
        Vocabulario
        ya publicado en Sup-infor: CORTÉS Y ZEDEÑO, Diccionario de
        Romance a Mexicano,
        2006
[4]
        González Marmolejo, Jorge René. Sexo
        y Confesión. México: INAH-CONACULTA, 2002, p. 15.
[5]
        Ibidem. p. 16.
[6] Sarrión Mora,
        Adelina. Sexualidad
        y confesión: la solicitación ante el Tribunal del Santo Oficio. Cuenca: Ediciones
        de la Universidad de Castilla, La Mancha, 2010 (Colección: MONOGRAFIAS
        Núm. 60), p. 39.