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P385A

Eloïse Quiñones Keber

con la collaboración de Michel Besson

1995

Collection MESOAMERICA ISBN 2-908782-40-5

Editions SUP-INFOR, 28 rue Racine, 75006, PARIS

 

Localización : Bibliothèque Nationale de Paris N° 385.

Presentación :

El manuscrito. El Códice Telleriano-Remensis (manuscrit Mexicain 385) fue el primer manuscrito mexicano adquirido por la Biblioteca Real en 1700 como parte del legado de Charles-Maurice Le Tellier, arzobispo de Reims. Habiendo ocupado un lugar privilegiado en la colección de manuscritos "orientales" de este afamado bibliófilo, se trata de uno de los manuscritos pictóricos aztecas más bellos e importantes del reducido grupo que ha sobrevivido hasta nuestros días. Basado en modelos nativos en forma de biombo (o quizás un prototipo ya consolidado), el manuscrito fue pintado al estilo nativo y anotado con escritura europea a mediados del siglo XVI. Esta es razón por la que, aunque sus artistas nativos representaron sus imágenes a la manera prehispánica, en su forma final el códice es un manuscrito colonial bicultural con rasgos tanto indígenas como europeos. Sus tres secciones principales incluyen pinturas de algunos de los más importantes elementos de la religión, el ritual y la historia del México central: un "calendario" de dieciocho rituales del año solar (fols. 1r-7r), un almanaque adivinatorio (tonalamatl), dividido en veinte periodos de trece días que dan lugar al tonalpohualli de 260 días (fols. 8r-24r), y una crónica histórica que describe una selección de sucesos históricos desde el temprano periodo de la migración a finales del siglo XII hasta las primeras décadas de la era posterior a la conquista (25r-49r). El Códice Telleriano-Remensis contiene 50 folios, pero el presente manuscrito ha perdido varias hojas de cada sección y está, por lo tanto, incompleto.

Las anotaciones. El lenguaje empleado en la anotaciones explicativas más largas situadas al pié de las ilustraciones, así como en algunas de las glosas adjuntas más cortas que las identificaban, era principalmente el español, lo cual puede ser una indicación de que el manuscrito estaba destinado a un público lector español. Se añadieron también glosas nahuatl breves para identificar los nombres de los dioses o soberanos, detalles de sus costumbres y los nombres de objetos individuales. Algunas imágenes, sin embargo, carecen de glosas que les identifiquen o de anotaciones mayores. En la mayoría de los casos, los comentarios más extensos se relacionan estrechamente con sus imágenes respectivas, pero en otras ocasiones se registraron también asociaciones más difusas en torno a las imágenes. Aunque las anotaciones se basaban presumiblemente en informes de los ancianos indígenas obtenidos y en otras fuentes nativas, la incorporación de un texto alfabético representa una intrusión en lo que anteriormente había sido un modo meramente pictórico de registrar la información durante el periodo pre-hispánico. Mi hipótesis es que les anotaciones empezaron a escribirse poco después de que las imágenes de los manuscritos dejaran de pintarse, en torno a 1555 (fol. 48r), y que continuaron siendo añadidas a los folios durante varios años hasta 1563, la última fecha que aparece registrada (fol. 24r.).

En su forma original, el manuscrito debe haber constado de las pinturas y las glosas respectivas y el primer grupo de explicaciones breves y sistemáticas que el anotador principal de esa sección situó directamente al pie de las imágenes. Estas anotaciones originales pueden reconocerse por la cuidadosa escritura gótica de color rojo o marrón oscuro. Con el paso del tiempo, sin embargo, varios anotadores secundarios añadieron sistemáticamente otras glosas y comentarios bajo las anotaciones originales. Estas últimas anotaciones pueden reconocerse por la letra cursiva en tintas que van del marrón oscuro al marrón claro.

He podido identificar un total de seis anotadores, cuatro de ellos principales, que añadieron sus comentarios al manuscrito en diferentes momentos. Pero no todos ellos escribieron en todas las secciones. Cada una de las tres secciones principales fue anotada por diversas combinaciones de escritores. A pesar de que las anotaciones secundarias a veces parecen estar escritas descuidadamente en los folios, no se trata en absoluto de observaciones hechas al azar. Cuando examinamos todos los comentarios de un anotador particular, sus características resultan claras, al igual que ocurre con el tipo de información que intenta ofrecer. Sobre la base de las peculiaridades del lenguaje, podemos hacer una distinción entre los anotadores principales y los secundarios. Los dos anotadores principales parecen haber sido escribas indios o mestizos, mientras que los anotadores secundarios parecen haber sido europeos, probablemente misionaríos españoles, colegas del supuesto compilador y anotador final del manuscrito, Pedro de los Ríos.

El nombre y el papel de este hermano lego dominicano nos es conocido por las referencias que a él hace el Códice Vaticanus A, otro manuscrito mexicano parcialmente afín al Códice Telleriano-Remensis y conservado ahora en la Biblioteca Apostolica Vaticana. Ríos trabajó en todas las secciones del manuscrito y añadió la más variada información. Su mano característica puede ser reconocido en la larga escritura cursiva, que es la que aparece normalmente al final del folio. De hecho, incluso después de que las imágenes dejaran de pintarse, este escriba continuó añadiendo sus comentarios al final de la sección histórica (fols. 48v-49r). Parece que mientras vivía en la ciudad de México, Pedro de los Ríos fue el responsable en cierto sentido y por motivos un tanto oscuros de la producción del manuscrito. Continuó trabajando en él tras ser transferido a Puebla, donde murió en 1566.

Las anotaciones del Códice Telleriano-Remensis tienen una gran importancia so sólo para comprender las imágenes pictóricas del manuscrito, a las que hacen directamente referencia, sino también por la luz que arrojan sobre áreas críticas de la religión, el ritual y la historia del México anterior a la conquista. Por ejemplo, los nombres de los dioses dados en el tonalamatl han ofrecido seguras identificaciones de algunas deidades cuyos nombres eran desconocidos hasta ser encontrados en el Códice Telleriano-Remensis, así como en otros manuscritos anotados. En algunos casos, la información dada en los comentarios a estas deidades es única entre los documentos nativos que han llegado hasta nosotros. El manuscrito es también significativo porque muestra el proceso mediante el cual algunos manuscritos nativos fueron compilados y anotados a lo largo del tiempo. Dado que el Códice Telleriano-Remensis fue conservado después de que sus anotaciones fueron sintetizadas y traducidas al italiano para los comentarios del Códice Vaticanus A, podemos apreciar de primera mano cómo algunos aspectos de los manuscritos indígenas en forma de biombo fueron transformados en manuscritos coloniales híbridos con una forma europea (es decir, como códices), transformándose en último término en documentos textuales.

La primera transcripción de las anotaciones del Códice Telleriano-Remensis con un breve comentario en francés, apareció en la reproducción litográfica en colores y comentarios de E.-Th. Hamy en 1899 (Bibliothèque Nationale, Paris). En 1964 apareció una transcripción de las anotaciones con un comentario en español en el volumen 1 de las Antigüedades de México (Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Ciudad de México) de José Corona Núñez. En 1995 se publicó la primera edición facsímil fotográfica en colores del manuscrito con mi traducción de las anotaciones y un comentario en inglés (University of Texas Press, Austin).

 

Paleografía: Eloise Quiñones Keber, Baruch College y The Graduate Center, City University of New York.

Traducción: Eloise Quiñones Keber, 1995, "Codex Telleriano-Remensis, Ritual Divination and Historiy in a Pictorial Aztec Manuscript", Foreword by Emmanuel Le Roy Ladurie, illustrations by Michel Besson, University of Texas Press, Austin, 365 pp.

Paginación : Las indicaciones F. y P. en la parte inferior de la pantalla remiten respectivamente a los folios del manuscrito y a las páginas de la edición de Eloise Quiñones Keber.

En la transcripción, así como en la traducción y los comentarios incluidos en mi estudio (University of Texas Press, 1995), la paginación sigue el orden del manuscrito original. El facsimile sigue el orden del manuscrito, tal como es ahora depués de un erro de encuadernación, con los folios 13 y 19 intercambiados en el tonalamatl.

 

Las convenciones siguientes han sido elegidas:

- {....} fragmento escrito en el margen o por encima.

- /..../ fragmento en el texto pero rayado.

- Los puntos ' . ' que no son marcadores de fin de frase (por ejemplo en las abreviaturas : f¨ para folio) se transforman en ' ¨ ' (= Alt + 249)

- Las letras â, ê, î, o ô -abreviaturas de an, en, in o on- han sido transcritas por a[n], e[n], i[n] y o[n]. Así la palabra o[n]can corresponde a ôcan en el original.

- La letra y coronada por un acento circunflejo ha debido ser reemplazada por la formula desarrollada y[n]. Así y[n] en el documento corresponde a ^y en el original.

- La notación q^. -abreviación de que- se transcribe por q[ue].

- Los signos // indican un paso a la línea siguiente en el original, mientras que una sola diagonal / señala que la palabra es interrumpida por un dibujo. Sólo se notan de esta manera los pasos a la línea siguiente ocasionados por dibujos. En cambio no se indican los pasos a la línea debidos a la compaginación natural.

- ± indica el principio de una página en la edición de referencia.

- = indica el principio de un folio anverso.

- ¾ indica el principio de un folio reverso.

- las flechas <-   -> indican la localización relativa de las anotationes en la hoja.

 

 

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